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lunes, 5 de julio de 2010

En el agua

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A Beban, una persona que supo comprender mi necesidad en las palabras.




Mientras un conductor de noticiero anunciaba el nacimiento de un nuevo ser, pero la muerte de muchos mas, en su programa de la noche.

Un niño dejaba olvidado su juguete nuevo en el tram de la línea 29/30 con dirección a Porta Genova.

Una pareja se besaba en la escalinata de una iglesia en Haití.

Otra pareja se separaba en Singapur.

Dos perros se peleaban por un trozo de carne.

Un obeso intentaba atarse los cordones y no podía.

Una comunicación telefónica de larga distancia terminaba de la peor forma posible.

Tres madres daban a luz, una en Santiago de Chile, otra en New York, y la otra en Ámsterdam.

Un pelado al que le gusta fotografiarse junto a perros que tienen mucho pelo acariciaba el alma de aquel ser recién nacido.

Un suizo comenzaba a subir una escalera.

Dos niños jugaban a ser astronautas, un llego a la luna y el otro no.

Beban me enviaba un cuento que escribió para mi llamado “La Lección.”

Tres motos amarillas chocaban en una esquina de Helsinki.

Y todo el mundo continuaba con su rutina habitual.


Me dieron ganas de sentarme a escribir, pero no se me ocurrió nada, así que cerré mi cuaderno, guarde mi lapicera que me regalo un desconocido en el tren a Lago di Como y me fui a sumergirme en un canal de agua de Milano con la intención de buscar todo eso que Andrea dijo que había.
Ella, mientras que fumábamos un pucho y después de leerle un cuento que escribí una vez y nunca me anime a publicar, me dijo que dejar es fácil y que no me preocupe por lo que me hace falta porque en el agua hay mucho mas.
Al sumergirme en el agua sentí todo eso que dijo Andrea, sentí eso que me hacías falta hasta ese momento, abrí mis ojos y pude ver mi alma sonreír junto a todo eso.

El agua me abrazaba, acariciaba todo mi cuerpo y hacia de mi nostalgia la felicidad, hacia de mi tedio un soñador, de mi hambre la fuerza y de mi lo que siempre anhele ser.

Fue ahí cuando entendí las palabras de Andrea, y el cuento de Beban.


Iuse, El Extranjero.





La Lección





Tomás era un niño de unos seis años que estaba descubriendo el mundo que lo rodeaba. Le llamaban mucho la atención los atardeceres, los pinos, las cosas de color verde y ver a su abuela convertir un montón de cebollas, papas y huevos en la deliciosa tortilla de los sábados al mediodía (al crecer recordaría emocionado esos sabores y olores que lo remontarían a su niñez).



Esa tarde de marzo, Tomás descubriría algo nuevo…



Su padre lo llevó a jugar a la plaza del barrio, como muchos otros días de ese caluroso verano de 1994. En cinco días comenzaría la escuela primaria y daría sus primeros e inocentes pasos, ya no como “Tomy, el nene de Daniel”, sino como Tomás Maloberti. Obviamente Tomás no pensaba eso, pero su padre si. Es más, para Daniel era muy importante que su hijo comenzara a aprender las lecciones que lo acompañarían por el resto de su vida. Por eso, en el camino de regreso, al pasar por la vieja bicicletería de Don Luís, Daniel señaló la bicicleta que su hijo miraba casi todos los días a través de la vidriera con los ojos llenos de luz, de sueños…



- ¿Te gusta esa bici Tomy?



Tomás asintió velozmente con la cabeza sin dejar de admirar el anhelado rodado.



- ¿Qué ves? -Preguntó Daniel haciendo que observaba la vidriera mientras miraba de reojo a su hijo-.



- La bici -Contestó Tomy que no despegaba la vista de la vidriera-.



- Si si, ya sé, pero… ¿Qué más?



El pequeño reposó su mentón entre los dedos índice y pulgar de su mano izquierda en señal de estar pensando. Esto generó una sonrisa en el rostro de Daniel, que pronto disimuló para seguir con la lección.



- Hummm... es verde, brillante, y… y las ruedas son redondas y gordotas…



- Ahá, pero… y además de eso… ¿Qué ves?



Tomás ya no sabía qué responder cuando de pronto descubrió algo más, algo que había estado delante de él todo el tiempo y no había notado… Su Reflejo…



- ¡Me veo a mi en el vidrio! -Dijo exaltado-



- ¡Muy bien! Es tu reflejo, ¿Qué ves en él?



- Veo… -Tomás se quedó inmóvil, observándose fijamente en el vidrio-



- ¿Vamos? -Preguntó Daniel- Mañana volvemos…







Al caer el sol, Daniel llevó a su hijo a la cama donde, al igual que todas las noches, le contó uno de sus cuentos en los cuales (y siempre con gran talento) fusionaba historias del cine de los ´60 ó ´70 junto con alguna anécdota propia, para crear excelentes fábulas que apasionaban a Tomy y lo sumergían casi mágicamente en sueños increíbles.

Pero esa noche no sucedió esto último, ya que el niño aún pensaba en su reflejo, y continuaba tratando de entender qué era lo que su padre esperaba que vea en él…





Luego de que Daniel fuera a descansar a su cuarto, Tomy (que había simulado quedarse profundamente dormido por primera vez en su vida) se levantó de su cama y se dirigió sigilosamente al baño; donde luego de acomodar su banquito en el cual se paraba para cepillarse los dientes todos los días, se quedó un largo rato mirándose, observándose…





La tarde siguiente, ambos se dirigieron a la plaza donde pasaron dos horas divirtiéndose y viviendo ese amor eterno que une a padres e hijos…





Al comenzar el camino de regreso a casa, llegaron nuevamente a la vidriera de la bicicletería de Don Luís, donde se detuvieron ambos al igual que la tarde anterior.



- Tomy, ¿Te acordás de lo que hablamos ayer? -Preguntó Daniel expectante-



- Si pá…



- Bueno, ¿Te ves en el vidrio como ayer?



- Si si -Tomy respondió intrigado-



- Bueno, ahora te tengo que decir algo pero no tenés que dejar de mirar tu reflejo en el vidrio, ¿Dale?



- ¡Dale!



- Vos nunca vas a poder tener esa bicicleta, es mucho para vos…



Los ojos de Tomy automáticamente se apagaron; dejaron escapar esa luz que los llenaba de sueños, de cosas imposibles. El niño observó esa transformación en su reflejo, y sintió que un vacío indescriptible (ya que nunca lo había sentido) se apoderaba de su pecho… Sin mediar más palabras ambos siguieron el camino de regreso a su casa.





Esa noche, luego de arropar a su hijo en la cama, Daniel le explicó que no habría cuentos, que tenía que hablarle de lo que había sucedido esa tarde en la vereda de la bicicletería de Don Luís…



- Hijo, te tengo que confesar una cosa. Hoy te dije algo que no es verdad; buscaba prepararte para situaciones que te van a suceder muchas veces en la vida. Hay personas que a lo largo de tu camino te van a decir cosas como las que te dije hoy. Van a tratar de apagar esa luz de tus ojos, buscando convencerte de que no sos capaz, de que hay cosas imposibles y que la vida es una mierda.



Los ojos de Tomy estaban muy atentos a las palabras de su padre…



- Vos nunca tenés que dejar que palabras como las de hoy te afecten. Siempre creé en vos y todos los días al levantarte, mirate al espejo y buscá esa luz que hay en tu mirada. Mientras esa fuerza que hay en tus ojos siga viva, no va a haber cosas imposibles. Vas a poder volar; vas a poder ir a la luna; vas a poder ser lo que quieras ser; vas a poder ser vos; y lo más importante, vas a ser feliz…



En ese momento el niño se quitó las sábanas de encima y se sentó junto a su padre.



- Pá, yo también te tengo que confesar algo -los ojos de Daniel se abrieron igual que los de su hijo-. Anoche no me dormí cuando me contaste el cuento. Después de que entraste a tu habitación me fui al baño a mirar mi reflejo y encontré esa “luz” de la que hablás, en mis ojos. No sabía que era, pero me sentí muy bien al verla y me sentí mal porque la gente triste que veo a veces en la calle no la tienen. Por eso me prometí anoche que nunca la voy a dejar ir, y que siempre voy a tratar de que los que la perdieron la encuentren nuevamente…



Los ojos de Daniel se llenaron de emoción…



- Entonces ¿Por qué hoy cuando te dije que nunca ibas a poder tener esa bici tus ojos se apagaron?



- Porque pensé que siendo un adulto, todavía no entendías el significado de esa Luz…



Esa noche ambos se acostaron con sus miradas embriagadas de Luz… Nunca más la dejarían ir…







Daniel acababa de recibir la lección más importante de su vida…











Beban.

http://elnudorequiem.blogspot.com/




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4 comentarios:

  1. Grande Iuse!! Muchas gracias chabal!
    Cada dia mas abierto y mejor.. que te puedo decir... Orgulloso de compartir estas cosas con vos!!
    Un Abrazo!!!
    Beban

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  2. Sos un genio, muy buen cuento!!! me encanto
    euge

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  3. muy bueno! excelente, me encanto!!uno de los mejores para mi

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