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lunes, 8 de febrero de 2010

El amor es eterno, mientras dura.

Hace tiempo atrás, solía pararme sobre la misma piedra. El viento soplaba y soplaba cada vez más y con más fuerza, pero no me podía voltear. Hasta que un día, al despertar, me di cuenta que estaba recostado en el suelo. Ya no me encontraba más sobre aquella piedra que tanto amaba. Pero mi fuerza seguía intacta ya que no me había volteado el viento, sino que, al soplar con tanta fuerza, hizo que mi roca se fuera desgastando hasta desaparecer, tirándome al suelo.

Eso fue lo que pasó con Amparo y Vladimir, su amor fue eterno mientras duró, pero el tiempo logró que ella dejara de sentir todo aquello que sentía por él. Tenían dieciocho años de edad cuando se conocieron. Fue una tarde de sol y los pájaros cantaban como nunca, como si supieran que entre ellos dos algo pasaría. Todo a su alredor era perfecto. Ella salió del almacén del pueblo donde vivían en el preciso momento en que Vladimir estaba entrando y se miraron. Al cruzar sus miradas, se detuvieron antes de dar el paso que les faltaba para que esta historia no exista.

Entonces, fue como si el tiempo se hubiese parado y el Alma del Mundo hubiera surgido ante él. Cuando vio sus ojos negros, sus labios indecisos entre una sonrisa y el silencio, entendió la parte más importante y más sabia del lenguaje que todo el mundo hablaba y que todas las personas de la tierra son capaces de entender en sus corazones. Y éste se llamaba Amor, algo más antiguo que los hombres y que el propio destino y que, sin embargo, resurgía siempre con la misma fuerza en cualquier lugar donde dos pares de ojos se cruzaban, como lo hicieron los suyos delante del almacén. Los labios, finalmente, decidieron ofrecer una sonrisa y aquello fue una señal, la que él había esperado sin saberlo durante tanto tiempo en su vida.

Desde ese momento, todo fue amor, amor a primera vista. Los días eran interminables y los años pasaban muy lentos. Soñaban juntos con una casa grande, una familia, las mascotas y la felicidad eterna de uno con el otro. Pero un día, de esos que siempre se prefiere olvidar, y después de ocho años de estar juntos, ella se paró frente a él y le dijo que se marcharía. Tomó sus cosas y se fue sin dar ninguna explicación, llorando porque sabía que le estaba haciendo daño a la persona que amaba. Vladimir se quedó muy triste por lo que había sucedido. No se lo esperaba. Estaban pasando por un momento muy lindo, por comprar una casa y armar esa familia que tanto habían soñado juntos.

De Amparo no se supo nada más. Él la esperó todos los días de su vida. Continuaba estando muy triste y dolido por no poder estar con ella. Se sentía solo, con la cama vacía y su dulce olor por todas partes. Los recuerdos en su cabeza impedían quererla olvidar. Luego de unos meses, Vladimir decidió enviarle una carta a la casa de sus padres con la esperanza de que la recibiera, aunque siempre pensó que ella algún día volvería.






Primera carta enviada por Vladimir a Amparo el dia 14/02/1949.

Amparo:

Anoche, mientras las estrellas se encendían una por una, volví a pensar en vos, como cada día al ver que no estás a mi lado. Puede resultar raro, pero te sigo amando.

Talvez ya sea tarde para decir todo lo que siento. Talvez el viento ya te arrastró muy lejos. Pero yo sigo aquí despierto, esperando ese beso que, desde lo más profundo de mi pecho, hará florecer mis más bellos sentimientos y liberará los recuerdos.

Yo sigo viviendo en el mismo lugar de antes, sentado en el mismo sitio que cuando te fuiste, con muchas ganas de abrazarte, esperando que vuelvas. Cada lágrima que derramo y cada sonrisa que muestra mi rostro son por vos. Cada beso que guardo, es para vos. Quisiera poder decírtelo mirándote a los ojos, pero no te encuentro. Seguiré buscándote en cada letra que escriba. Seguiré esperándote en cada carta que firme. Seguiré por vos.


Te extraño,


.............................................................................Vladimir



Luego de haber dejado el sobre en el correo para que se lo hiceran llegar a Amparo, esperó su respuesta, pero nunca llegó. Volvió al correo luego de una semana para preguntar si la carta había sido entregada y le contestaron que sí, que no hubo ningún error y que había sido recibida por las mismas manos de Amparo. Muy triste se marchó a su casa y decidió mandarle una carta cada ocho días hasta que ella se decidiera a dar respuesta a la misiva.


Con el tiempo, mediante este Blog, iremos revelando algunas de las cartas que Vladimir le fue enviando a Amparo hasta que obtuvo su respuesta luego de 61 años, es decir, hace apenas unos días.